Los cultivos de gramíneas destacan por su extraordinaria presencia y capacidad de adaptación. No obstante, es esencial incidir al máximo en su protección.

Desde hace ya algunas semanas, hemos decidido aprovechar este espacio para realizar un repaso contigo sobre las diferentes familias de cultivos que gozan de una mayor representatividad en nuestra agricultura.

A través de este análisis, desde AEPLA pretendemos resolver tus posibles dudas sobre sus características diferenciales y aquellas necesidades de protección frente a amenazas externas a las que es preciso prestar una mayor atención, teniendo en cuenta que estas suelen presentar un considerable grado de similitud entre aquellas especies vegetales que conforman una misma familia.

Así, una vez que hemos profundizado en los principales aspectos a tener en cuenta en relación a los cultivos de crucíferas, cucurbitáceas, liliáceas o leguminosas, entre otras, resulta necesario otorgar el espacio que merece a una familia que pasa por ser la que goza de una mayor presencia agrícola a nivel mundial, como son las gramíneas.

Para hacerte una idea de la importancia global de los cultivos de gramíneas para nuestra alimentación, basta con reflexionar sobre el protagonismo que tienen en nuestra dieta diaria alimentos básicos como el arroz o el maíz, así como la importancia de cultivos como el trigo, la avena o la cebada como materias primas dentro de la industria agroalimentaria.

La principal razón que justifica la impresionante presencia de especies de gramíneas en todo el planeta radica en su capacidad de adaptación a prácticamente cualquier entorno, desde hábitats semidesérticos a parajes montañosos con una climatología marcada por las bajas temperaturas y una elevada humedad ambiental.

Del mismo modo, el escaso peso de sus semillas, como ocurre en el caso de los cereales, facilita su dispersión y propagación gracias al viento, hasta el punto de que algunas de estas especies no comestibles de gramíneas alcanzan la consideración de plantas invasoras y ‘malas hierbas’.

No obstante, a pesar de su capacidad de supervivencia, las gramíneas también presentan sus propias amenazas agrícolas, principalmente a partir de la presencia de hongos que desembocan en enfermedades como el oídio, la septoria o la helmintosporiosis.

Asimismo, resulta indispensable realizar un control y supervisión periódica de tus cultivos de gramíneas para detectar lo antes posible la proliferación de plagas como la de la oruga defoliadora de gramíneas y el troncha espigas o aguijonero.

En todos estos casos, lo ideal es tomar medidas para garantizar una adecuada prevención y, en caso de que no sea posible, proceder a una actuación temprana, que contribuya a reducir la magnitud de los daños sobre la cosecha.

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