Conoce con nosotros una familia de cultivos que presenta unas características muy particulares en cuanto a su protección natural, como son las solanáceas.
Como muy probablemente sabrás, si sueles prestar atención a los contenidos que publicamos diariamente en nuestro blog y redes sociales, a lo largo de las últimas semanas estamos dedicando una atención especial a profundizar en las características diferenciales de las diferentes familias de cultivos y sus necesidades específicas de sanidad vegetal.
Así, una vez que en anteriores publicaciones nos hemos detenido en mostrarte los aspectos más destacados que definen a familias de cultivos como las crucíferas, las cucurbitáceas, las liliáceas o las leguminosas, hoy queremos avanzar un paso más, deteniendo nuestro análisis en aquellas especies vegetales que conforman la familia de las solanáceas.
Lo primero que es preciso destacar de una familia de cultivos como las solanáceas radica en el hecho de tratarse de especies herbáceas que presentan una morfología muy variada y que, además, cuentan con una extraordinaria importancia dentro de nuestros hábitos alimenticios, como son la patata, la berenjena, el pimiento o, aunque te resulte sorprendente, el tomate, así como plantas ornamentales como la petunia.
No obstante, su característica más destacada, y de la que además reciben su nombre, se basa en la presencia en esta familia de plantas de un alcaloide fungicida natural, como es la solanina.
La presencia de solanina en las hojas, frutos y tubérculos de las solanáceas ejerce una protección muy útil de estas especies frente a la posible proliferación de hongos y otras plagas y enfermedades, hasta el punto de que en algunas especies de esta familia su concentración de solanina las convierte en no aptas para consumo humano.
Del mismo modo, hay que tener presente que la acumulación de solanina en la planta va disminuyendo a medida que esta alcanza su maduración, convirtiendo este aspecto en un elemento básico para garantizar nuestra seguridad alimentaria a la hora de consumir sus frutos o tubérculos.
En cuanto a sus necesidades de sanidad vegetal, a pesar de contar con esta defensa natural, los cultivos de solanáceas sí muestran un elevado riesgo de exposición ante plagas y enfermedades como el mildiu, bacterias como la podredumbre de la patata, la mosca blanca, la araña roja o lepidópteros como la tuta o la heliotis.
Por eso, si tienes interés en comenzar a sembrar alguna de estas especies, o cuentas ya con una experiencia dilatada en su cultivo, te recomendamos que, a pesar de su capacidad de protección natural, realices un seguimiento lo más exhaustivo posible durante su germinación y desarrollo, para proceder al desarrollo de medidas preventivas o de actuación temprana que permitan reducir los daños provocados por estas amenazas agrícolas.