El verano ofrece unas condiciones claves para el desarrollo de nuestros cultivos. Sin embargo, un calor excesivo puede afectar negativamente a su salud.

El inicio del verano supone el comienzo de un periodo del año fundamental para la germinación y crecimiento de un gran número de cultivos en nuestro país, que resultan básicos para entender el merecido reconocimiento con el que cuenta nuestra agricultura a nivel global.

No obstante, la estación veraniega también implica la generación de unas condiciones climatológicas, asociadas al incremento gradual de las temperaturas, que por su carácter extremo en diversas zonas del interior y el sur de España pueden poner en riesgo el posterior desarrollo óptimo de las cosechas.

En este sentido, desde AEPLA hoy queremos aprovechar este espacio para reflexionar contigo sobre los posibles efectos negativos, y en ocasiones desconocidos, que el calor estival puede tener sobre la salud de tus cultivos:

  • En primer lugar, es preciso tener presente que la ocurrencia continuada de temperaturas extremas puede contribuir a incrementar el estrés térmico de los cultivos, reduciendo su capacidad para el desarrollo de la fotosíntesis o para la formación natural de frutos y granos.
  • De igual forma, este efecto del calor sobre las variedades vegetales también implica una mayor propensión a sufrir estrés hídrico, derivado de la mayor evapotranspiración que realiza la planta para regular su temperatura. Este es el motivo que justifica la necesidad de los cultivos de contar con un riego más abundante y frecuente durante los meses veraniegos.
  • Por otro lado, un calor excesivo también puede ser el responsable de la aceleración de los ciclos de maduración de diferentes cultivos, recortando el ciclo vegetativo propio de su campaña, y que puede dar lugar a una reducción considerable tanto en su rendimiento como en su calidad o concentración de nutrientes.
  • A estos efectos también es necesario añadir las posibles repercusiones derivadas de la ocurrencia de daños directos en la planta semejantes a la ocurrencia de golpes de calor en los humanos, y que pueden percibirse por la aparición de manchas, quemaduras u oxidación excesiva en sus tallos, hojas o frutos.
  • Para finalizar, y tal y como nos comprometemos a profundizar en futuras publicaciones en este blog, el calor y las altas temperaturas veraniegas también pueden tener una incidencia directa en la aparición y proliferación de plagas o enfermedades agrícolas que, precisamente, están especializadas a nivel evolutivo para incrementar su presencia en un escenario marcado por este tipo de condiciones ambientales.

 

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