Cada familia de cultivos presenta similitudes en base a sus características y necesidades de sanidad vegetal. Estas son las asociadas a las cucurbitáceas.
Hace tan solo unas semanas aprovechamos este espacio para profundizar sobre la importancia de tener en cuenta la relación entre las diferentes especies vegetales que tienes pensado plantar en tu parcela agrícola, con el fin de mostrarte algunas recomendaciones asociadas a la realización de una adecuada combinación de cultivos.
En el desarrollo de esta reflexión, te comentamos la necesidad de evitar, en la medida de lo posible, proceder al desarrollo simultáneo de cultivos pertenecientes a una misma familia, ya que, al presentar unas características botánicas similares, pueden contribuir a generar un agotamiento más rápido de los nutrientes del suelo y, a su vez, también pueden verse afectados por la presencia y proliferación de las mismas amenazas agrícolas, hasta el punto de incrementar el riesgo de aparición de aquellas plagas y enfermedades especializadas en este tipo de cosechas.
Dada la importancia de este aspecto, tanto en esta como en próximas publicaciones consideramos interesante avanzar un paso más en este sentido, ofreciendo una descripción más detallada sobre cada una de las principales familias de cultivos presentes en nuestra agricultura y, de igual forma, sobre aquellos elementos a los que es conveniente prestar una especial atención en relación a su sanidad vegetal, comenzando hoy por la familia de las cucurbitáceas.
A pesar de que este nombre científico puede generarte ciertas dudas, seguramente estas desaparecerán cuando sepas que dentro de la familia de las cucurbitáceas se encuentran cultivos tan representativos de nuestra agricultura como el pepino, el calabacín, la calabaza, la sandía o el melón.
Las cucurbitáceas son, en su gran mayoría, cultivos asociados a los meses primaverales y veraniegos, ya que ofrecen un mejor desarrollo en un entorno marcado por temperaturas relativamente altas.
Por este motivo, requieren de una especial protección frente a aquellas plagas que proliferan con el calor, como es el caso de la mosca blanca.
Además, al tratarse de plantas cuyo crecimiento se desarrolla a ras de suelo, también presentan un mayor riesgo de desarrollo de hongos, si se combina un riego excesivo y una temperatura y humedad ambiental elevada.
Por último, creemos importante destacar que, para su crecimiento óptimo, requieren de un suelo agrícola rico en nutrientes, especialmente Nitrógeno, del que realizan una absorción bastante intensiva, lo que puede llevar a acelerar su agotamiento si se lleva a cabo una repetición continuada de cosechas, sin la incorporación de rotación de cultivos.