Nuestra agricultura está dando, de nuevo, un ejemplo extraordinario de implicación, esfuerzo y solidaridad en los peores momentos de nuestra sociedad.
La agricultura en su conjunto, y nuestro sector agrícola en particular, siempre ha respondido, y seguirá respondiendo, con creces a su consideración como sector primario de la sociedad, garantizando el abastecimiento de alimentos para la población y materias primas para una gran parte del resto de sectores productivos.
Pese a los obstáculos que siempre se presentan a lo largo de una campaña, y que en los últimos años se están cebando con una actividad tan esencial y estratégica como la agricultura, la respuesta silenciosa de todas y cada una de las personas que forman parte de ella se ha basado en redoblar esfuerzos y buscar soluciones alternativas a problemas que, en la mayoría de los casos, se encuentran fuera de su control.
Pero más allá de todo ello, este carácter contestatario y abnegado ante los desafíos, así como su implicación plena y sin ambages con el entorno y la sociedad con la que conviven cada día, se ha vuelto a poner de manifiesto en la extraordinaria respuesta que, una vez más, nuestros agricultores y agricultoras han dado, y siguen dando, para hacer frente a las tremendas consecuencias provocadas por la fatídica DANA que ha asolado hace tan solo unos días nuestro país.
En aquellas zonas que se han visto dramáticamente afectadas por unas inclemencias meteorológicas sin precedentes desde hace décadas, así como por sus consecuencias sobre el terreno en forma de desbordamientos y riadas, nuestros agricultores y agricultoras han vuelto a convertirse en la primera fuerza de choque tanto para la retirada de lodo y escombros en sus municipios como para la recuperación de vías de paso que permitieran el acceso de vehículos y personal de emergencias, así como para la colaboración e implicación con sus vecinos en todo lo que fuese necesario en cada momento.
Dejando a un lado las irreparables consecuencias que esta DANA ha provocado en sus cultivos, así como en muchos casos su propia seguridad, los agricultores y agricultoras tanto de las zonas afectadas como de todos los territorios de nuestro país están dando nuevamente ejemplo, como ya hicieron durante la pandemia y en tantas y tantas ocasiones, de la extraordinaria fortaleza que se puede llegar a alcanzar cuando todos y cada uno de los miembros de nuestra sociedad trabajamos unidos, mano a mano, por la consecución de un objetivo común, y lo que es más importante, sin esperar nada a cambio.