Los cultivos de liliáceas, como el ajo, la cebolla, el cebollino o el puerro, ofrecen una características y necesidades de protección similares. Conócelas.
A pesar de que la denominación científica de esta familia de cultivos pueda generarte una cierta confusión, los cultivos de liliáceas son un auténtico referente en nuestra agricultura y en nuestra cultura gastronómica, tal y como lo demuestra el uso habitual del ajo, la cebolla, el cebollino o el puerro en nuestras cocinas para la elaboración de multitud de platos, hasta el punto de considerarlos, prácticamente, como productos básicos a nivel culinario.
Este hecho se debe, entre otras razones, a que forman parte de nuestra tradición agrícola desde hace miles de años, ya que su origen contrastado se remonta, según los expertos en este ámbito, al Antiguo Egipto.
Además, si bien los cultivos de liliáceas suelen realizarse para el aprovechamiento de sus bulbos como parte comestible de la planta, en algunos de ellos también se utiliza con este fin sus hojas y tallos, recogiéndolos antes de que se produzca la maduración de la planta, cuando estos se encuentran tiernos.
La principal ventaja que ofrecen los cultivos de liliáceas frente a otras cosechas reside en que no requieren de suelos con una elevada concentración de un macronutriente primario esencial, como el Nitrógeno, lo que permite que se desarrollen y crezcan de forma óptima en suelos agrícolas con unas características y concentración de materia orgánica muy diversas.
Del mismo modo, son cultivos que se adaptan bastante bien a diferentes temperaturas externas, lo que permite optar por varias repeticiones de cosecha a lo largo del año, aunque para ello es conveniente tomar medidas dirigidas a evitar una sobreexplotación excesiva del suelo agrícola, como es la rotación de cultivos.
En cuanto a la protección de los cultivos de liliáceas, es preciso que prestes atención a la posible presencia de larvas de mosca de la cebolla, sobre todo en los meses del año en los que las temperaturas son más elevadas.
Asimismo, en el caso de que produzca un riego excesivo de los cultivos, en periodos con temperaturas más suaves, este exceso de humedad puede favorecer la aparición de mildiu, provocando la aparición de manchas alargadas en los bordes de las hojas jóvenes, situadas en la parte superior de la planta.