Aunque la actuación temprana frente a amenazas agrícolas suele ser sinónimo de éxito, a veces puede ser preferible posponer la aplicación de fitosanitarios.
Resulta indudable que uno de los elementos esenciales a la hora de hacer frente con éxito a la presencia y proliferación de plagas, enfermedades o malas hierbas en tus cultivos residirá, como hemos comentado en anteriores ocasiones al desarrollo de prácticas de atención temprana en materia de sanidad vegetal.
Sin embargo, el hecho de tomar la decisión de retrasar deliberadamente la aplicación de tratamientos fitosanitarios no tiene por qué implicar inacción.
En este sentido, posponer temporalmente la aplicación de tratamientos fitosanitarios puede ser una estrategia beneficiosa en diferentes escenarios, entre los que se encuentran los que pasamos a compartir contigo a continuación:
- Condiciones climáticas adversas: en primer lugar, si existe una previsión elevada de lluvias intensas o condiciones de alta humedad, la aplicación del tratamiento podría reducir su efectividad al ser lavado o diluido por las precipitaciones, incrementando además el riesgo de desplazamiento involuntario de las sustancias aplicadas hacia otras zonas del entorno.
- Previsión de fuertes rachas de viento: la aplicación de productos fitosanitarios en días marcados por vientos intensos puede generar su deriva incontrolada hacia cultivos vecinos o áreas naturales sensibles, lo cual es especialmente importante en zonas donde se requiera una especial protección de la biodiversidad o en el caso de cultivos orgánicos.
- Estadio susceptible del cultivo: algunos tratamientos pueden resultar más efectivos o menos dañinos si se aplican en una fase específica del desarrollo del cultivo, por lo que puede resultar preferible posponer su aplicación hasta que, por ejemplo, haya finalizado su floración.
- Rotación controlada de modos de acción: en ocasiones, es recomendable espaciar las aplicaciones para implementar una estrategia de rotación de productos que utilicen diferentes modos de acción, reduciendo así la probabilidad de que las plagas o patógenos desarrollen resistencia.
- Beneficios biológicos: En consonancia con la aplicación de sistemas de Gestión Integrada de Plagas (GIP), el retraso en la aplicación de tratamientos fitosanitarios puede favorecer la acción natural de organismos beneficiosos para el control de plagas, como es el caso de insectos depredadores o parasitoides, permitiendo así la reducción drástica de la presión de plagas sin recurrir de forma inmediata a soluciones alternativas.
- Preservación de polinizadores: para finalizar, es esencial tener presente que, en determinadas fases críticas del cultivo o en aquellas zonas donde la actividad natural de abejas y otros polinizadores es elevada, posponer la aplicación de tratamientos puede ayudar a minimizar el impacto negativo sobre estos aliados esenciales para contribuir al presente y futuro de nuestra agricultura.