Ante la situación actual, marcada por una acentuada y creciente sequía, resulta más indispensable que nunca aprovechar al máximo tu agua de riego.

Es indudable que el agua de riego pasa por ser un recurso básico y esencial para el desarrollo óptimo de los cultivos, tanto por el hecho de aportar a la planta, de forma natural, los nutrientes necesarios para su crecimiento como por la generación de un entorno favorable en términos de humedad ambiental y capacidad de absorción de los elementos presentes en el suelo.

En este sentido, el incalculable valor del agua en la agricultura se pone aún más de manifiesto en un país como el nuestro, que, por su situación geográfica y climatología, presenta una mayor exposición al cambio climático y los efectos directos que este está provocando en relación a la disponibilidad de recursos hídricos para nuestros cultivos.

Por eso, teniendo en cuenta esta realidad, desde APLA queremos contribuir activamente a la necesaria concienciación acerca de un uso responsable de este recurso, profundizando en aquellas buenas prácticas que pueden ayudarte a realizar un aprovechamiento más eficiente y sostenible del agua de riego empleada en tus cultivos:

  • En primer lugar, será conveniente analizar con detenimiento las necesidades hídricas de tu explotación, en función del tipo de cultivo, la concentración de humedad que presenta el suelo de forma natural y las condiciones climáticas asociadas a la estación del año en la que te encuentras.
  • A estos aspectos también será preciso añadir un análisis lo más exhaustivo posible en relación a las características del suelo agrícola de tu parcela, especialmente en lo referente a su capacidad de retención de agua, con el fin de detectar en qué medida esta se mantiene disponible para la planta o, por el contrario, experimenta una filtración excesiva.
  • A partir del conocimiento de los requerimientos asociados a tu cultivo y las características del suelo, el siguiente paso será concretar e implementar el sistema de riego que más se ajusta a estos condicionantes y que, al mismo tiempo, ofrece un mejor aprovechamiento del agua de riego utilizada.
  • En cuanto a la frecuencia e intensidad del riego, trata de ajustar esta práctica a las condiciones propias de cada estación, aportando a las plantas la cantidad óptima que requieren para su desarrollo, pero sin que esto suponga incurrir en un riego excesivo, que además puede generar un escenario más propicio para la proliferación de plagas, enfermedades o malas hierbas.
  • Del mismo modo, también será necesario complementar esta información, de forma periódica, con la previsión meteorológica asociada a la ubicación de tu explotación, para reducir el consumo innecesario de agua si existe una alta probabilidad de precipitaciones, sobre todo en el caso de que cuentes con sistemas de riego automatizado.
  • Para finalizar, también consideramos preciso recomendarte que, sobre todo en los periodos del año de mayor calor, practiques preferiblemente el riego de tus cultivos durante la mañana o al atardecer, evitando las horas centrales del día, en las que previsiblemente se producirá un menor aprovechamiento debido a su mayor probabilidad de evaporación.

 

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