Ahora que, con frecuencia, se plantea el aumento de limitaciones en la sanidad vegetal de áreas verdes, conviene no olvidar su papel clave en su protección.

En los últimos tiempos, desde la Comisión Europea se viene planteando, con más frecuencia de la deseable, la idea de endurecer considerablemente las restricciones en cuanto al uso de soluciones de sanidad vegetal, basadas en productos y tratamientos fitosanitarios, en diferentes tipologías de áreas verdes urbanas y forestales.

Así, hace tan solo unos meses, en el borrador del Reglamento de Uso Sostenible de Productos Fitosanitarios, también conocido como RUS, se sopesaba la posibilidad de establecer la prohibición del uso de cualquier fitosanitario en zonas sensibles, considerando como tales las áreas verdes utilizadas por el público en general (parques, campos deportivos, zonas ajardinadas en la vía pública…), las empleadas mayoritariamente por grupos de población vulnerables (residencias) y las zonas verdes urbanas y zonas ecológicamente sensibles bajo la Directiva Marco de Agua, Natura 2000 y Espacios Nacionales Protegidos.

Afortunadamente, el Parlamento Europeo paralizó la aplicación de esta propuesta de Reglamento de Uso Sostenible, debido principalmente a su carácter sesgado y, sobre todo, a los riesgos asociados a una aplicabilidad real más que inasumible y cuestionable.

En este sentido, aun teniendo en cuenta que esta propuesta se desestimó definitivamente, y que es necesario el establecimiento de nuevos cauces para alcanzar un acuerdo definitivo y realista, no está de más recordar la necesidad esencial de hacer todo lo que está en nuestra mano para contribuir al mantenimiento y protección de nuestras áreas verdes frente a la aparición y proliferación de plagas, enfermedades y malas hierbas, principalmente por las razones que te mostramos a continuación:

  • La finalidad de la aplicación de medidas de sanidad vegetal en áreas verdes urbanas y forestales no se limita a contribuir a mejorar su belleza estética, sino también a que podamos disfrutar de estos espacios con unos niveles adecuados de bienestar y seguridad.
  • Así, es conveniente tener en cuenta que un mantenimiento y protección inadecuado o deficiente de estas áreas naturales, de carácter principalmente recreativo, pueden implicar un incremento notable del riesgo de ocurrencia de accidentes o un aumento descontrolado de las emisiones de sustancias alergénicas, por citar solo algunos ejemplos.
  • Por tanto, ante la creciente necesidad de contar con este tipo de espacios para disfrutar de ciudades cada vez más verdes, por todos los beneficios que estas zonas al aire libre nos aportan en términos de salud, bienestar y calidad de vida, no resulta recomendable huir de la evidencia de que, como cualquier otro elemento de nuestro entorno, resulta imprescindible promover su conservación, ya que, en caso contrario, estaríamos permitiendo, de forma implícita e irresponsable, su paulatina degradación y desaparición.

 

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