La familia de cultivos de las sapotáceas es un ejemplo característico de especies vegetales cuya utilidad agrícola no está asociada a un fin alimentario.

Dentro de las múltiples variedades vegetales que presentan un interés agrícola para nuestra sociedad actual, es preciso tener en cuenta que no todas las familias de cultivos están orientadas a una finalidad alimentaria, humana o animal, como ocurre con las gramíneas, las crucíferas, las cucurbitáceas o las solanáceas.

En este sentido, hoy queremos aprovechar este espacio para concentrar nuestra atención en una familia específica de cultivos que no responde a dicha utilización agroalimentaria convencional, como es la de las sapotáceas.

Si bien puede parecer a primera vista que la familia de las sapotáceas no cuenta con una representatividad o interés agrícola elevado, dado su carácter ajeno, en líneas generales, a su empleo dentro de la industria agroalimentaria, esto no es óbice para que presenten un considerable atractivo en nuestra vida diaria, como ocurre con el cultivo del chicle, del que también se obtiene el látex, o el argán, habitual para uso tópico.

En términos climáticos y ambientales, los diferentes cultivos pertenecientes a la familia de las sapotáceas responden de una forma mucho más satisfactoria en entornos marcados por temperaturas suaves durante todo el año, si bien destacan por su adaptabilidad, presentando una elevada tolerancia a la sequía y una respuesta eficiente a la posible ocurrencia de heladas ocasionales y esporádicas, como sucede con el argán y su capacidad de adaptación a territorios agrestes como el sahariano.

En cuanto a sus requerimientos relacionados con las características del suelo agrícola, los cultivos de sapotáceas necesitan de suelos ricos en nutrientes y bien drenados, que permitan reducir el riesgo de una acumulación excesiva de agua estancada y el efecto negativo de este escenario para la salud de sus raíces.

Debido a la climatología suave, y especialmente si viene acompañada de una humedad ambiental elevada, este entorno de cultivo ofrece unas condiciones proclives para la presencia y proliferación de plagas con una alta especialización en los cultivos de sapotáceas, como la Anastrepha serpentina, la Pestalotia scirrofaciens o la Scopella sapotea.

Por su parte, también requieren de una especial atención ante el más que posible desarrollo de enfermedades bacterianas y fúngicas, entre las que destaca el Uredo sapotae.

 

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