El cultivo de café es, sin duda, la variedad agrícola más representativa de la familia de las rubiáceas. Te animamos a que la conozcas con más detalle.

En el ámbito de la agricultura, como ocurre en el resto de espacios naturales, podemos encontrar familias de cultivos que requieren de unas condiciones ambientales considerablemente especiales para su desarrollo, alejadas de las habituales en relación a lo que solemos considerar como un entorno agrícola convencional.

Frente a aquellas especies que presentan una extraordinaria capacidad de adaptación a las diferentes tipologías de clima características de nuestro territorio, como las rosáceas, las rutáceas, las oleáceas o las leguminosas, por citar solo algunos ejemplos, nos encontramos con otras familias de cultivos que requieren de ecosistemas muy específicos para garantizar su desarrollo óptimo.

Esto es lo que ocurre en nuestro país con la familia de las rubiáceas, cuyo máximo exponente agrícola es, sin duda, el cultivo de café, convirtiendo al Valle de Agaete de la isla de Gran Canaria en el único cafetal que presenta una producción óptima y estable a día de hoy en territorio europeo.

Las rubiáceas en su conjunto son especies vegetales que encuentran su hábitat ideal a una altitud por encima de los 1.200 metros sobre el nivel del mar, pero con la particularidad de que su temperatura media anual sea bastante suave, entre 15 y 25 °C, y además cuenten con una frecuencia de precipitaciones en forma de lluvia abundante, lo que explica su implantación en zonas marcadas por un clima tropical.

En cuanto a sus requerimientos de suelo, las rubiáceas necesitan suelos relativamente ácidos, profundos y bien drenados para su desarrollo óptimo, encontrando un ecosistema perfecto en territorios que cuentan con limos volcánicos.

Por otro lado, en lo referente a las necesidades de sanidad vegetal que presenta el cultivo de café y las rubiáceas en su conjunto, sus principales amenazas en forma de plagas y enfermedades son muy similares a las que acechan a otros cultivos representativos de climas templados y con una elevada pluviosidad y humedad ambiental, entre los que destacan el Minador del café, lepidópteros como el las palomillas y el Cortador o gusano gris o la posible proliferación excesiva de nematodos.

Del mismo modo, la elevada humedad ambiental hace indispensable prestar una especial atención al control y tratamiento temprano ante la aparición de enfermedades fúngicas, motivadas por hongos, como la Antracnosis, la Cercospora o la Roya del café, por citar solo algunas de sus múltiples amenazas endémicas.

 

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