Entre los cultivos de rutáceas destacan especies tan representativas de nuestra agricultura como los cítricos. Conoce sus necesidades de protección.

Más allá de las diferentes familias de cultivos sobre los que hemos profundizado a lo largo de estas últimas semanas, y que están especialmente relacionados con la producción agrícola de verduras y hortalizas, como es el caso de las solanáceas, las crucíferas, las liliáceas, las cucurbitáceas o las leguminosas, por citar solo algunos ejemplos, también resulta esencial tomar en consideración otras familias de especies que solemos agrupar de forma conjunta como árboles frutales, pero que gozan de una entidad propia y sumamente representativa en nuestra agricultura, como son las rutáceas.

Es muy probable que este término no te resulte excesivamente cercano, pero si te decimos que dentro de la familia de las rutáceas se encuentran cultivos frutales como las naranjas, los limones, la lima, el pomelo y el resto de cítricos estamos seguros de que servirá para resolver cualquier duda en este sentido.

Las especies de rutáceas se caracterizan por desarrollar su crecimiento en arbustos y árboles leñosos, de una envergadura y tamaño considerable, cuyas flores, generalmente hermafroditas, adquieren un volumen y nivel de dulzura o acidez sumamente característico y apreciado a nivel gastronómico.

Además, en el caso de la subfamilia de los cítricos destacan por convertirse en una fuente de nutrientes y vitaminas esencial para el desarrollo de una alimentación saludable.

En líneas generales, son cultivos que tienen su origen en zonas con un clima tropical, por lo que responden de una forma más positiva en entornos en los que la variación térmica entre el día y la noche es considerablemente amplia.

Asimismo, a diferencia de otros cultivos, requieren de un riego y humedad ambiental considerablemente abundante, fundamental para su crecimiento óptimo.

En cuanto a las amenazas más comunes en este tipo de cultivos y sus necesidades de sanidad vegetal, las rutáceas cuentan, por desgracia, con toda una serie de plagas especializadas, como el minador de los cítricos o el cotonet, y enfermedades propias como el nematodo de los cítricos, la gomosis o el virus de la tristeza de los cítricos.

También pueden verse afectados por plagas con un mayor espectro de actuación, como la mosca blanca, la mosca de la fruta, las cochinillas o los pulgones.

Por todo ello, resulta fundamental el desarrollo de una adecuada prevención, así como la puesta en marcha de medidas que permitan una actuación temprana en caso de detectar cualquier amenaza, teniendo presente la necesidad, a su vez, de reducir el riesgo de generación de posibles resistencias a los tratamientos de sanidad vegetal empleados.

 

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