El proceso de digitalización en el que está inmerso nuestra agricultura es clave para contribuir a mantener su pujanza y competitividad a nivel global.

Entre los múltiples retos a los que deberá enfrentarse la agricultura en las próximas décadas se encuentra la necesidad de seguir garantizando un abastecimiento de alimentos suficiente, seguro y asequible para una población global cada vez más numerosa, y además conseguir este objetivo teniendo presente la continuidad de su evolución hacia unos procesos aún más sostenibles y respetuosos con su entorno.

En este sentido, no cabe ninguna duda de que la sanidad vegetal es, y seguirá siendo, un firme aliado del sector agrícola para la consecución conjunta de ambos objetivos.

Pero, además, también será preciso seguir avanzando en el proceso de digitalización que el sector agrícola viene experimentando, de una forma decidida, durante los últimos años, con el fin de hacer posible la mejora de los procesos agrícolas sobre todo en lo referente a la disponibilidad de información en tiempo real orientada a la optimización de recursos.

Así, el avance en la digitalización del sector agrícola está llamado a ser un motor de cambio esencial para favorecer la reducción de la brecha digital existente en la actualidad entre las áreas urbanas y rurales, y lo que es aún más importante, para contribuir a la generación de un modelo agrícola aún más pujante, que disponga de los recursos necesarios para mantener su posición de liderazgo en una economía cada vez más globalizada y competitiva.

Es preciso tener en cuenta que, tal y como se recoge en el informe ‘El futuro del sector agrícola’, que elaboramos conjuntamente con PwC España, la generalización de la digitalización en nuestra agricultura permitiría, por sí sola, un incremento de la productividad de los cultivos de un 8,8% de aquí al año 2050, que en términos económicos supondría algo más de 54.000 millones de euros adicionales para el sector en su conjunto.

 

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