A la hora de contribuir al mantenimiento natural de los nutrientes presentes en el suelo agrícola de tu explotación, apuesta por la rotación de cultivos.

La rotación de cultivos es un aspecto muy a tener en cuenta para garantizar que el suelo agrícola de tu explotación mantiene, de una forma totalmente natural, sus niveles de macronutrientes esenciales para el desarrollo óptimo de tus cosechas.

En este sentido, la rotación de cultivos se basa en la idea de no realizar siembras repetitivas de una misma especie vegetal, sino establecer un sistema en el que se alternen diferentes cosechas compatibles en cuanto a los nutrientes que requieren y aportan al suelo, con el fin de que este no solo mantenga su fertilidad, sino que esta pueda llegar a incrementarse sin la necesidad de tratamientos adicionales.

Los beneficios de llevar a cabo esta medida no se limitan únicamente al mantenimiento de la riqueza del suelo agrícola, sino que también reduce el riesgo de proliferación de plagas y enfermedades, que en numerosas ocasiones pueden encontrarse latentes y que, normalmente, están especializadas en la ‘parasitación’ de una especie vegetal específica.

A partir de estas primeras pinceladas, desde AEPLA te recomendamos que, en la planificación de tus cosechas, tengas presentes los distintos beneficios asociados a la rotación de cultivos, para que, en caso de sopesar su puesta en práctica, prestes atención a estos consejos:

  • En primer lugar, y como recomendación general, es conveniente evitar el monocultivo de forma prolongada en el tiempo, ya que la extracción constante y reiterada de los nutrientes específicos que requiere una especie vegetal puede contribuir a acelerar la degradación del suelo.
  • Para ello, plantea el desarrollo de una rotación trienal de cultivos, en los que será importante que, al menos uno de ellos, no sea una especie cereal.
  • En sentido contrario, las leguminosas, como soja, lentejas, guisantes o altramuces, entre otras, son cultivos muy apropiados para su incorporación en el desarrollo de una rotación de cultivos, ya que favorecen la aportación natural de materia orgánica y nitrógeno al suelo agrícola.
  • Por este motivo, se recomienda que el cultivo de leguminosas se realice previamente a aquel que tiene unas características nutricionales más exigentes, como patatas, tomates, pimientos, melón, sandía o maíz.
  • Selecciona aquellas especies vegetales que mejor se adaptan a las condiciones de tu explotación agrícola, sobre todo en lo referente a requerimientos nutricionales y de agua, historial de plagas y enfermedades previas y calendarización de su siembra.
  • Una vez identificados estos aspectos, plantea la planificación más adecuada para contribuir a que tu explotación pueda ofrecer su máximo nivel de productividad, sin que sea necesario que deba someterse a un periodo de barbecho.
  • A partir de aquí, utiliza preferentemente semillas certificadas, para incrementar tus expectativas de germinación y garantizar que cuentan con un estado sanitario óptimo, aprovechando así al máximo los recursos de que dispones.
  • Por último, solo nos queda aconsejarte que trates de ajustar tu volumen de siembra a las especificaciones ofrecidas por tu proveedor de semillas y a las condiciones y características de tu suelo agrícola. Recuerda que realizar una siembra excesivamente ambiciosa o escasa puede desembocar, respectivamente, en una modificación de la composición natural del suelo o en la generación de una mayor probabilidad de proliferación de malas hierbas.

 

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