Si bien es normal que tengas tus propios objetivos en la elección de tus cultivos, plantéate si estos se ajustan a las propiedades del suelo en tu parcela.

No cabe ninguna duda de que uno de los elementos clave en el desarrollo de tu actividad agrícola radicará en la elección del cultivo que deseas que germine, crezca y se desarrolle en tu explotación agrícola.

En este sentido, es lógico que en este proceso de decisión otorgues una elevada influencia a la selección de aquellas variedades que gozan de una salida comercial más ventajosa, que se adaptan mejor a tu capacidad y recursos, o incluso a las condiciones climáticas predominantes en el territorio en el que te encuentras.

Pero, a su vez, también debes tener presente la importancia que tienen las características y propiedades de tu suelo agrícola para el crecimiento óptimo de tus cultivos, ya que es la fuente desde la que la planta absorberá la gran parte de sus nutrientes.

Por este motivo, hoy queremos aprovechar este espacio para repasar contigo los principales tipos de suelo agrícola existentes en nuestro país, prestando una especial atención a su estructura y a aquellos cultivos que resultan más adecuados o recomendables para cada uno de ellos.

 

Suelos arenosos

 

Se caracterizan por presentar partículas de mayor tamaño que el resto de suelos, por lo que ofrecen un aspecto más rudo y seco.

El hecho de que su composición favorezca un mayor drenaje del agua hace que no sean óptimos en cuanto a la retención de nutrientes, aunque sí suelen ser utilizados, por citar algunos ejemplos, para la plantación de brócoli, lechugas o aguacates.

 

Suelos arcillosos

 

Representan el caso contrario a los suelos arenosos, ya que sus partículas son extremadamente pequeñas y eso hace que presente dificultades para drenar el agua.

Esta característica explica que no sean adecuados para aquellos cultivos que cuentan con raíces sensibles, ya que tendrán un mayor riesgo de putrefacción, por su humedad excesiva, pero, por el contrario, suelen ser empleados para el cultivo de variedades resistentes, como el girasol, o para la plantación de árboles frutales o arbustos aromáticos.

 

Suelos limosos

 

Se trata de una variedad de suelo intermedia entre las dos anteriores, lo que hace que sean adecuados para la retención simultánea de agua y nutrientes.

En este sentido, son suelos recomendables para una gran cantidad de cultivos, que van desde la alcachofa, la lechuga o la col, hasta el arroz.

 

Suelos humíferos

 

Para finalizar, y dejando a un lado aquellos suelos que no son especialmente recomendables para su uso agrícola, como los suelos calizos, salinos o pedregosos, los suelos humíferos se caracterizan por su alta concentración de materia orgánica en descomposición, que les aporta un color oscuro y los hace muy proclives a la presencia de organismos vivos, como es el caso de lombrices y otros anélidos.

Su estructura y composición permiten una adecuada retención de agua, lo que los convierte en suelos aptos para el cultivo de múltiples variedades frutales y de verduras.

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