La celebración del Día Mundial de la Educación Ambiental debe servirnos para reflexionar sobre la necesidad de respetar nuestro entorno a todos los niveles.
El día 26 de enero de cada año es la fecha elegida por la Organización de las Naciones Unidas para la conmemoración del Día Mundial de la Educación Ambiental.
Esta celebración, a la que en ocasiones no se le presta la extraordinaria importancia que merece, tiene por objetivo recordar la necesidad de que la concienciación con la protección y el respeto al medio ambiente forme parte no solo de nuestros programas educativos, sino también de las diferentes actuaciones que llevan a cabo las instituciones públicas y que, directa o indirectamente, están relacionadas con nuestro entorno natural.
En este sentido, aprovechando este día, desde AEPLA consideramos clave expresar nuestra adhesión a esta conmemoración, teniendo presente que se debería reflexionar desde todos los ámbitos acerca de la necesidad de que su celebración no se circunscriba exclusivamente al entorno escolar, ya que se trata de un aspecto que debería impregnar al conjunto de nuestra sociedad, sin establecer diferenciaciones por razones de edad.
En la medida en que se pongan en marcha medidas dirigidas a todos los segmentos de nuestra sociedad, incluidos por supuesto los sectores agrícola y agroalimentario, adaptando el mensaje a cada uno de estos perfiles para que pase a ser considerado como un elemento de interés general, se estará avanzando a pasos agigantados hacia una sociedad más informada, concienciada y responsable con su entorno, y sobre todo con lo que este nos aporta cada día y estamos poniendo en riesgo si no ponemos de nuestra parte.
Por otro lado, también resulta igualmente importante, desde nuestro punto de vista, que esta labor de concienciación se amplíe de forma decidida y visible tanto hacia las distintas formas de áreas verdes que están presentes en nuestras ciudades como a nuestro comportamiento urbano diario.
Más allá del respeto de nuestro medio ambiente en un sentido amplio, asociado al entorno natural con el que convivimos, avanzar en la educación ambiental no solo debe llevar aparejado el respeto y cuidado de aquellos espacios naturales que se encuentran a nuestro alrededor, sino también tomar conciencia de en qué medida podemos adaptar nuestros hábitos y comportamientos, a través de la incorporación y desarrollo de buenas prácticas en nuestra actividad diaria, para reducir su impacto, directo e indirecto, y apostar por un estilo de vida más sostenible y respetuoso con nuestro entorno.
