Los cultivos de musáceas, como el plátano o la banana, requieren de unas condiciones ambientales específicas, en las que la presencia de amenazas es mayor.
Una de las características más destacables de nuestra agricultura reside, sin lugar a dudas, en la considerable especialización de las diferentes familias de cultivos en aquellos territorios en los que cuentan con unas condiciones más proclives y favorables para su desarrollo.
Así, al igual que, por citar solo algunos ejemplos, los cultivos de rutáceas se concentran en gran medida en la Comunidad Valenciana o la provincia de Sevilla, y la presencia de oleáceas, si bien abarca una gran parte de nuestra geografía, destaca sobremanera en las tierras de cultivo andaluzas, y muy especialmente en la provincia de Jaén, el Archipiélago Canario es todo un referente a nivel internacional en cuanto a su especialización en el desarrollo de cultivos de musáceas.
Si bien es lógico que esta denominación científica no te permita identificar con claridad a qué cultivos nos estamos refiriendo, estamos seguros que todas tus dudas se disiparán cuanto te aclaremos que dentro de las musáceas se encuentran, entre otras especies, las plantaciones de plátano y banana.
Esta concentración de nuestra producción nacional de plátano y banana en el territorio canario se justifica por el hecho de que los cultivos de la familia de las musáceas requieren de unas condiciones ambientales cálidas, con una temperatura media anual próxima a los 25 °C y un nivel de humedad considerablemente elevado y constante.
En cuanto a las características del suelo agrícola, los cultivos de musáceas, y sobre todo en el caso del plátano, necesitan de suelos permeables, profundos, bien drenados y que destaquen por su carácter fértil, especialmente en lo que se refiere a la abundancia de materias nitrogenadas en su composición.
Como ocurre con otros cultivos que encuentran un entorno ideal en un clima cálido y marcado por una considerable humedad y riqueza del suelo, estas condiciones también se convierten en un auténtico reclamo para la proliferación de plagas como la Cochinilla algodonosa, el Trips o el Barrenador de la raíz del plátano, entre otras amenazas.
Del mismo modo, el calor y la humedad también ejercen una considerable atracción para la aparición y persistencia de enfermedades derivadas de diferentes especies de hongos, como el Ahongado del plátano, la Deightoniella torulosa y la Veta amarilla o ‘Mal de Panamá’.
A partir de la existencia de múltiples riesgos que pueden afectar al desarrollo óptimo de las cosechas de plátanos o bananas, resultará imprescindible que realices un seguimiento lo más exhaustivo y periódico posible de la evolución de tus cultivos, con el fin de proceder a la detección temprana de estas amenazas y a la toma de las medidas más adecuadas para su erradicación, en base al diagnóstico ofrecido por un experto fitosanitario homologado.