La técnica de siembra elegida en tu huerto doméstico condicionará, en gran medida, el desarrollo posterior de tu cosecha. Conoce qué te aporta cada una.

Si te estás iniciando en el cuidado de un huerto doméstico, o ya cuentas con una cierta experiencia en este sentido gracias a las labores de mantenimiento que realizas en tu huerto familiar, habrás podido comprobar que, como no podría ser de otra manera, la siembra pasa por ser una etapa básica para el desarrollo óptimo posterior de tu cosecha.

En la medida en que realices esta práctica de la mejor forma posible, en relación a la variedad de cultivo elegida, estarás generando el entorno más propicio para su posterior crecimiento y desarrollo, ya que favorecerás que cuente con las condiciones que realmente necesita para su germinación.

Por eso, hoy queremos aprovechar este espacio para repasar contigo los diferentes sistemas de siembra que se suelen emplear en el ámbito de la agricultura doméstica, prestando una especial atención a aquellos casos en los que cada una de ellas se convierte en la técnica más recomendable para conseguir los mejores resultados en tu parcela.

 

Siembra en semilleros

 

Frente a los sistemas de siembra directa, que pasaremos a repasar a continuación, se trata de una técnica de siembra dirigida a asegurar la máxima protección de la planta durante su fase inicial de vida, en unas condiciones totalmente controladas, para realizar su posterior trasplante al suelo una vez que haya germinado.

Por eso, resulta ideal para aquellas especies vegetales más sensibles durante esta etapa, y especialmente si se desea su desarrollo en aquellas estaciones con unas condiciones climáticas más extremas y adversas.

 

Siembra en línea o hileras

 

Es, sin lugar a dudas, la técnica de siembra que a simple vista resulta más habitual en nuestra agricultura, y que se caracteriza por la realización de surcos para la posterior colocación de semillas en ellos, cubriéndolas levemente con tierra sin realizar un prensado excesivo, y respetando siempre la distancia recomendada para el desarrollo óptimo posterior de cada cultivo.

 

Siembra a voleo

 

Este tipo de siembra se basa, como su nombre indica, en esparcir semillas de una forma más o menos aleatoria en el terreno agrícola, preferiblemente mezcladas con tierra si se trata de semillas de muy pequeño tamaño.

Una vez realizada esta distribución, será preciso proceder a repartir tierra de cultivo sobre las semillas esparcidas, con el fin de que queden cubiertas por una capa de un grosor equivalente a tres o cuatro veces su tamaño.

 

Siembra a tresbolillo

 

Se trata de un sistema de siembra ideal para aquellas variedades de cultivo que requieren de un considerable espacio para su crecimiento, por lo que en lugar de realizar su colocación en hilera se lleva a cabo en zigzag.

 

Siembra en hoyos o a chorrillo

 

Para finalizar, esta técnica de siembra está especialmente dirigida a aquellas semillas que se caracterizan por su tamaño mediano o grande.

En estos casos, para garantizar que cuentan con las mejores condiciones, se procederá a su ubicación en agujeros previamente cavados, con una profundidad adecuada a las características requeridas para la germinación de cada cultivo, y su posterior cobertura con tierra, teniendo cuidado de no prensarla en exceso.

En este sentido, este sistema se diferencia levemente de la siembra a chorrillo por el hecho de que en este último caso se ubicarán en el hoyo un grupo de semillas, cuando estas son de pequeño tamaño.

 

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