Los productos agrícolas no solo destacan por su importancia como fuente de alimentación saludable, sino también por su carácter sostenible.

En los últimos años, los efectos visibles del cambio climático están incrementando el debate sobre la importancia de potenciar aquellas fuentes generadoras de alimentos que presenten un carácter más sostenible, entendiendo como tal la cantidad de recursos naturales necesarios para su producción y disponibilidad para el consumidor.

Así, cada vez se está afianzando más la idea de promover un mayor consumo entre la población de aquellos alimentos que requieren de una menor cantidad de recursos para su elaboración, o lo que es lo mismo, producen una menor ‘huella’ en el medio ambiente.

Es en este punto donde los productos vegetales en general, y los procedentes de la agricultura en particular, destacan como una fuente de alimentación sostenible muy a tener en cuenta a nivel global, dado su relativamente baja necesidad de recursos naturales necesarios para su producción.

Con esta afirmación no se pretende centrar la atención en el establecimiento de una diferenciación entre las distintas fuentes de alimentos en función de su carácter más o menos sostenible, sino únicamente destacar el importante papel de la agricultura como generadora de recursos alimenticios para una población mundial cada vez más numerosa, si atendemos a las previsiones realizadas en este sentido por diferentes organismos internacionales, entre los que destaca la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Pero, además, el potencial de los productos agrícolas para hacer frente al cambio climático no se limita únicamente al carácter sostenible de su producción, sino que, además, como el resto de plantas que conforman nuestro entorno, contribuye activamente a la producción natural del oxígeno que respiramos y que es esencial para garantizar unos niveles óptimos de habitabilidad y calidad de vida en nuestro planeta.

En definitiva, la influencia directa de la agricultura y la producción agrícola sobre nuestra salud va mucho más allá de las propiedades saludables de los nutrientes disponibles en las frutas, verduras, hortalizas o legumbres que consumimos cada día, ya que, como hemos comentado anteriormente, su carácter sostenible es un instrumento de enorme valor para hacer frente con éxito a los efectos nocivos del cambio climático sobre nuestra sociedad y nuestro entorno.

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