Conoce las medidas a desarrollar para prevenir la aparición de organismos nocivos en tus cultivos tomando como referencia la Gestión Integrada de Plagas.

Para garantizar que tus cultivos puedan ofrecerte su máximo potencial productivo, será necesario que hagas todo lo que esté en tu mano para garantizar su salud, a través de los diferentes instrumentos de sanidad vegetal que tienes a tu alcance.

En este sentido, como ya te hemos comentado en anteriores ocasiones en este blog, sería un error limitar esta implicación por contribuir a asegurar la salud de tus cultivos exclusivamente a la aplicación de tratamientos fitosanitarios.

Tienes en tu mano toda una serie de medidas preventivas que, como ocurre en el caso de tu salud a nivel personal, pueden ayudarte a que tus cosechas crezcan fuertes y sanas, limitando la necesidad de emplear este tipo de tratamientos a aquellos casos en los que realmente son indispensables para hacer frente a la presencia de plagas y enfermedades que ofrecer una mayor resistencia, o cuya presencia ha sido imposible prevenir con antelación.

Así, si tomamos como referencia los principios básicos asociados a la Gestión Integrada de Plagas, la prevención o control temprano de poblaciones de organismos nocivos susceptibles de afectar a tus cultivos, para su erradicación o mantenimiento en niveles no perjudiciales, debe llevarse a cabo a través de los siguientes medios:

  • La rotación de cultivos, dirigida a mantener la riqueza adecuada del suelo agrícola y, lo que es más importante en términos de sanidad vegetal, evitar la generación de un hábitat estable en el que estos organismos nocivos encuentren las condiciones propicias para su desarrollo.
  • La elección, siempre que sea posible, de semillas de variedades resistentes a los biotopos de los agentes nocivos más habituales para dicha especie vegetal.
  • La utilización de material de siembra (o plantación) certificado como libre de posibles agentes nocivos, que puedan afectar a su crecimiento y desarrollo.
  • La incorporación de las técnicas de cultivo más adecuadas para cada especie vegetal, con el fin de ajustar al máximo las condiciones de la siembra y el suelo a lo que realmente necesita la planta.
  • El fomento del cuidado y apoyo en el desarrollo de la planta mediante prácticas equilibradas de fertilización, enmienda de suelos, riego y drenaje.
  • La desinfección continua de la maquinaria, utensilios, herramientas y equipos utilizados en el trabajo agrícola diario, así como el desarrollo de aquellas medidas de protección que sirvan para reducir el riesgo de propagación o transmisión involuntaria de organismos nocivos.
  • Para finalizar, otra medida muy a tener en cuenta reside en la protección, mejora e incentivación sostenible de la presencia de organismos biológicos beneficiosos para la protección de las cosechas y el control natural de plagas y enfermedades.

 

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