La adquisición y uso de productos fitosanitarios ilegales también genera una serie de efectos que afectan negativamente a nuestra sociedad en su conjunto.

Hace tan solo unos días aprovechamos este espacio para poner de manifiesto la importancia de confiar la salud y protección de tus cultivos agrícolas únicamente a aquellas soluciones de sanidad vegetal que cuentan que cuentan con su correspondiente registro y homologación por parte de los organismos competentes a nivel estatal y de la Unión Europea.

En este sentido, además de las diferentes repercusiones directas que el uso de fitosanitarios ilegales puede tener para tu seguridad, la de tus cosechas y el respeto al entorno próximo a tu parcela agrícola, también es conveniente tener presente los efectos negativos que esta práctica puede generar para la sociedad en su conjunto.

Así, ante la posibilidad de emplear productos fitosanitarios ilegales o no homologados en tus cultivos, te animamos a reflexionar sobre cómo puede influir tu decisión sobre el bienestar y calidad de vida de nuestra sociedad:

  • Para comenzar, desde una perspectiva económica y según los últimos datos obtenidos por Croplife Europe y la Comisión Europea, la comercialización y uso de productos fitosanitarios ilegales supone unas pérdidas cercanas a los 1.300 millones de euros anuales en el conjunto de la Unión Europea para aquellas empresas que, precisamente, dedican sus recursos y esfuerzo diario a la investigación, identificación y desarrollo comercial de soluciones válidas y seguras para la protección de los cultivos agrícolas.
  • Del mismo modo, el hecho de que estos productos fitosanitarios ilegales no se distribuyan y comercialicen por los cauces convencionales, sino mediante prácticas que esquivan su control sanitario y fiscal, implica una seria amenaza de salud pública y la evasión de alrededor de más de 230 millones de euros anuales en concepto de impuestos para las arcas de los distintos estados miembros de la Unión Europea.
  • Y, en la misma línea de las repercusiones negativas anteriores, conviene concluir reflexionando acerca de que el empleo de este tipo de soluciones de sanidad vegetal, ajenas a cualquier control y seguimiento, conlleva un notable desprestigio de la imagen de nuestra agricultura a todos los niveles, además de una reducción considerable de los parámetros de seguridad alimentaria relacionados con los productos agrícolas que consumimos diariamente.

 

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