El sector de la sanidad vegetal representa un claro ejemplo de compromiso por la innovación constante y la mejora de la sostenibilidad en la agricultura.

Cada vez son menos las personas y colectivos que ponen en duda la necesidad de contar con unos adecuados recursos en materia de protección y sanidad vegetal, como medida indispensable para garantizar la productividad de nuestra agricultura y, de este modo, una mayor calidad de vida de la población en términos de abastecimiento de alimentos accesibles, seguros y saludables.

En los últimos años se ha producido un avance exponencial en la investigación y desarrollo de soluciones útiles para evitar, o al menos paliar, los daños provocados en los cultivos por plagas, enfermedades y malas hierbas, favoreciendo un espectacular progreso de nuestra agricultura.

No obstante, aunque es reconfortante echar la vista atrás para observar todo lo que se ha avanzado en este sentido, no podemos detenernos y creer que todo está conseguido, ya que aún queda mucho camino por recorrer.

Si bien los esfuerzos en innovación desarrollados en el ámbito de la sanidad vegetal están dotando a los agricultores de los recursos necesarios para hacer frente a las amenazas que afectan actualmente a sus cosechas, estamos expuestos a la aparición de nuevas plagas y enfermedades, muchas de las cuales encuentran en la globalización y la creciente movilidad internacional un más que considerable medio de transmisión, sobre las que es necesario seguir investigando y generando nuevas soluciones, adaptadas a aquellas características y propiedades diferenciales que las hacen tan dañinas para nuestros cultivos.

Y no solo eso. El esfuerzo en inversión en sanidad vegetal que viene desarrollando la industria fitosanitaria durante las últimas décadas también está orientado, como no podría ser de otra manera, a la consecución de soluciones cada vez más sostenibles e inocuas para las personas responsables de su aplicación y el entorno en el que serán empleadas si se produce un escenario que justifique su utilización.

A partir de estos dos pilares básicos de la innovación en sanidad vegetal, como son la innovación y la sostenibilidad, resulta indispensable que las diferentes instituciones competentes en este sentido en el ámbito de la Unión Europea tomen las medidas necesarias para establecer un marco regulatorio estable, en el que podamos seguir trabajando en el desarrollo de estos avances, sin el temor de que las ‘reglas del juego’ puedan verse modificadas de forma drástica y, lo que quizás puede resultar más grave, debido a la inclusión de intereses políticos, alejados de cualquier criterio científico contrastado.

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