Los cultivos de cobertura cumplen una finalidad que va más allá de reducir la compactación y erosión del suelo ante condiciones climáticas adversas.

En ocasiones se suele pensar que el transcurso de la estación invernal resulta, en líneas generales, bastante beneficioso para el suelo agrícola, principalmente por la presencia de un mayor volumen y frecuencia de precipitaciones y por la incidencia positiva que provocan las bajas temperaturas sobre la presencia de plagas y enfermedades en los cultivos.

Sin embargo, la sucesión de eventos climáticos extremos, como es el caso de las heladas o las lluvias torrenciales, puede reducir la salud de suelo agrícola y contribuir a su erosión y compactación, hasta el punto de poner en riesgo su calidad en términos de riqueza de materia orgánica o en cuanto a su capacidad de aprovechamiento por los cultivos para su germinación, crecimiento y desarrollo óptimo.

Por este motivo, cada vez son más los expertos en materia agrícola y agronomía que recomiendan una práctica ancestral, pero en ocasiones olvidada o minusvalorada, como es la siembra, durante los meses invernales, de cultivos de cobertura.

Cuando se habla de cultivos de cobertura o cultivos cubierta se está haciendo referencia al desarrollo de aquellas cosechas que, como su propio nombre indica, se desarrollan con el objetivo básico de cubrir o, en otras palabras, proteger el suelo agrícola en todos los sentidos.

Aunque pueda parecer que el único fin que se persigue con el empleo de cultivos de cobertura reside en evitar la compactación y erosión del suelo agrícola, estos son solo algunos de sus principales beneficios, entre los que resulta necesario destacar los que te mostramos a continuación:

  • A través de la siembra y crecimiento rápido de cultivos de cobertura, como el triticale, se consigue un efecto muy positivo en relación a la regulación de la humedad presente en el suelo agrícola y su entorno.
  • Asimismo, el desarrollo de este tipo de cultivos sirve como elemento de control para evitar la proliferación de malas hierbas en terrenos baldíos, así como para generar un entorno menos propicio para la presencia de plagas, especialmente en aquellas parcelas dedicadas habitualmente a un monocultivo específico.
  • Del mismo modo, si se realiza una elección adecuada del cultivo de cobertura, se podrá proceder a la regeneración del suelo agrícola y su materia orgánica.
  • En este sentido, gracias a la capacidad de diferentes especies vegetales para incorporar o absorber nitrógeno del suelo de una forma totalmente natural, se puede proceder a su reajuste en este sentido, en función de las necesidades detectadas.
  • Para finalizar, la presencia de cultivos de cobertura también ejerce una encomiable labor en cuanto a la atracción natural de fauna auxiliar y diferentes especies de polinizadores, indispensables para garantizar la productividad de la cosecha y, por tanto, el futuro a medio y largo plazo de la explotación agrícola.

 

Aepla

Author Aepla

More posts by Aepla