La acumulación excesiva de agua en el suelo agrícola también puede influir, paradójicamente, en su erosión, debido a un mayor riesgo de escorrentía.

Cuando se habla de los diferentes factores que pueden incidir negativamente en un incremento de la erosión del suelo agrícola, es totalmente normal, y hasta lógico, que se asocie esta pérdida de la calidad y riqueza del terreno a la presencia de condiciones extremas asociadas a las altas temperaturas, y su incidencia en un mayor endurecimiento de su capa superficial.

No obstante, es conveniente que tengas presente que también se puede producir una mayor erosión a causa de factores relacionados con un efecto que podríamos considerar, paradójicamente, opuesto al anterior, como es la escorrentía derivada por un flujo descontrolado de aguas superficiales, que provoquen una pérdida de la capacidad de asentamiento natural del suelo y, por tanto, una mayor exposición a una movilidad perjudicial a nivel agrícola y medioambiental.

En base a esta reflexión, desde AEPLA hoy queremos detenernos en aquellas condiciones que pueden conllevar un mayor peligro de escorrentía del suelo de tu parcela agrícola, y provocar una mayor aceleración de su proceso de pérdida de propiedades naturales y erosión.

En primer lugar, el incremento de las precipitaciones en un corto espacio de tiempo, o el desarrollo de un riego extremadamente excesivo o no controlado, puede incidir en la aparición de un proceso de escorrentía derivada de una disminución o restricción de la capacidad de infiltración, ya que el suelo no es capaz de absorber convenientemente este volumen de agua y, por tanto, se incrementa el peligro de que contribuya a un desplazamiento incontrolado de su capa superficial, sobre todo en aquellos terrenos que cuentan con un mayor grado de desnivel o pendiente.

Este fenómeno presenta una mayor probabilidad de ocurrencia durante los meses primaverales y veraniegos, en los que las tormentas son más frecuentes y el calor ha favorecido la creación de una costra superficial, que influye negativamente en su capacidad de infiltración.

Por otro lado, también se puede experimentar una mayor escorrentía debido a la saturación del suelo, en aquellos casos en los que el terreno alcanza su capacidad máxima de absorción de agua y resulta imposible continuar con su retención de una forma natural.

Así, a diferencia del supuesto anterior, no es que se produzca una disminución del flujo de infiltración, sino que este flujo se detiene al haber alcanzado su máximo.

En consecuencia, se trata de un fenómeno que presenta un mayor riesgo de aparición durante los meses invernales, en los que el suelo agrícola presenta una probabilidad superior de contar, de forma natural, con una mayor acumulación de agua, próxima a su límite de saturación.

 

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