El presente y futuro de nuestra agricultura estará supeditado al modo en el que nos enfrentemos con éxito a aquellos retos que condicionan su progreso.

No cabe ninguna duda de que nuestra agricultura es un auténtico referente tanto en el ámbito de la Unión Europea como para el resto del planeta, principalmente por la diversidad y extraordinaria calidad de sus productos, su cada vez mayor tecnificación e implicación con la necesidad de apostar por la sanidad vegetal o su envidiable capacidad exportadora, entre otros aspectos.

No obstante, como cualquier otro sector de actividad, el mantenimiento de esta posición de liderazgo estará condicionado por la forma y eficacia en la que todos y cada uno de nosotros, desde los propios agricultores, a las administraciones o aquellos actores que servimos de apoyo a su funcionamiento diario, como proveedores de materias primas, insumos y recursos, seamos capaces de hacer frente con éxito a los diferentes retos que están llamados a condicionar su futuro a medio y largo plazo.

Por este motivo, desde AEPLA hoy queremos aprovechar este espacio para detenernos en esta cuestión, desgranando, uno a uno, cuáles son estos retos de futuro que debe abordar nuestro sector agrícola, y ofreciendo a su vez unas pinceladas sobre los pasos a seguir a la hora de solventar estos obstáculos y garantizar así el mantenimiento actual del protagonismo de la agricultura como actividad proveedora de alimentos sanos, sostenibles, seguros y asequibles para todos.

Aquí tienes un repaso de aquellos factores que, en nuestra opinión, deberán ser abordados con mayor urgencia, para minimizar así las posibles amenazas que pueden afectar a la agricultura en las próximas décadas:

  • En primer lugar, como ya hemos comentado en otras ocasiones en este blog, uno de los principales retos de la agricultura, no solo en nuestro país sino a nivel global, residirá en que se pongan en marcha los cauces necesarios para su adaptación a los efectos que está provocando el cambio climático en las condiciones ideales para el desarrollo de las cosechas. Y no solo eso, ya que también resulta imprescindible seguir adoptando una posición proactiva en este sentido y seguir avanzando día a día hacia una agricultura aún más sostenible y respetuosa con su entorno.
  • A este primer factor, clave para la evolución óptima de la agricultura, hay que unir la alerta difundida por la FAO en cuanto al más que previsible incremento de la población mundial de aquí al año 2050, que desembocará, según las estimaciones oficiales, en un aumento del 50% en la demanda de abastecimiento alimentario en todo el planeta.
  • A estos dos factores, que podríamos considerar como de alcance universal, también es necesario añadir las dificultades experimentadas en las últimas décadas país para garantizar un adecuado proceso de relevo generacional en las explotaciones agrícolas de nuestro país, debido principalmente a su carácter familiar y a las limitaciones que, todavía hoy, ofrece el medio rural para muchos jóvenes.
  • Por tanto, estos efectos visibles del cambio climático, a través del incremento en la frecuencia de condiciones extremas y poco favorables para la agricultura, así como el previsible crecimiento demográfico y la necesidad de asegurar el relevo generacional convierten en fundamental el hecho de que se siga promoviendo un uso más eficiente y responsable de los recursos naturales empleados en este ámbito, como son el suelo agrícola y el agua de riego.
  • Para ello, será más importante que nunca seguir avanzando con decisión en la mejora de las infraestructuras agrícolas y el favorecimiento del acceso de la tecnología a todos los ámbitos de este sector, incorporando herramientas que contribuyan a incrementar la producción empleando la misma superficie de tierra cultivada.
  • Es en este sentido en el que la implementación de los planes de manejo integrado de plagas, la sanidad vegetal en su conjunto y la incorporación decidida de buenas prácticas en el trabajo agrícola están llamados a ser tres de los elementos básicos sobre los que deberá gravitar el futuro en nuestro país de un sector que, a día de hoy, genera una más que justificada ‘envidia sana’ por parte de todos los que, de una u otra forma, se dedican a la agricultura y la producción de alimentos en todo el planeta.

 

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