Tras el rechazo del Parlamento Europeo a la propuesta del Reglamento de Uso Sostenible, ha llegado el momento de avanzar hacia una solución realista y dialogada.

Tras varios meses de incertidumbre y, por qué no decirlo, de tensa espera por parte de todas las entidades y profesionales que conformamos el tejido agrícola europeo y sus sectores afines, el pasado 22 de noviembre el Parlamento Europeo tomó la decisión, por 299 votos en contra frente a 207 votos a favor y 121 abstenciones, de rechazar la propuesta para la entrada en vigor del Reglamento de Uso Sostenible de productos fitosanitarios, que pretendía limitar ostensiblemente el empleo de este tipo de soluciones de sanidad vegetal, concebidas para la protección efectiva de cultivos y áreas verdes en el ámbito de la Unión Europea.

Esta decisión no ha trascendido en los medios de comunicación general, pero es una muestra de pragmatismo de una de nuestras instituciones europeas, frente a la propuesta de hace dos años de la Comisión Europea. Ya entonces la considerábamos aparentemente bienintencionada, pero sin base en la realidad del sector, precipitada en sus tiempos y sin consenso de los diversos componentes del sector agroalimentario sino más bien al contrario, sesgada y radicalmente reduccionista.

En este sentido, desde AEPLA siempre hemos defendido que la propuesta de Reglamento de Uso Sostenible de productos fitosanitarios, era atropellada y no tenía en cuenta que para cumplir los objetivos de sostenibilidad y contribuir al mismo tiempo a la seguridad alimentaria, es más importante el acceso a la innovación y a la tecnología que el establecimiento de restricciones.

Por este motivo, desde la publicación de esta propuesta por parte de la Comisión Europea, hemos manifestado la necesidad de contar con unos objetivos razonables, un periodo de transición que permita encontrar alternativas y que sean los países los que puedan definir sus zonas sensibles y cómo gestionar en ellas sus zonas productivas.

De hecho, en el caso concreto de España, desde la publicación de la Directiva de Uso Sostenible se han logrado numerosos avances tanto en la optimización del uso de herramientas fitosanitarias como en el ámbito de la Gestión Integrada de Plagas (GIP).

En consecuencia, el diálogo estratégico con el sector agrícola anunciado recientemente por la Presidenta de la Comisión, puede ser una magnífica oportunidad para poder comenzar desde cero a elaborar, juntos, una nueva propuesta.

Desde AEPLA creemos que la innovación debe ser considerada en todo momento como un elemento clave de cara a la redacción y el debate sobre una futura propuesta de la Comisión Europea, y por eso en esta transición queremos expresar nuestro firme compromiso de seguir invirtiendo en nuevas soluciones (biológicas, bajo riesgo, Nuevas Técnicas de Edición Genética (NTGs), tecnología digital y de precisión, como los drones o los sistemas de apoyo a las decisiones DSS) que contribuyan a la mejora continua del sector.

Eso sí, para que todo este esfuerzo hacia una agricultura aún más sostenible sea capaz de aportar los resultados deseados, debe venir acompañado de un marco normativo que lo facilite y aporte la necesaria seguridad jurídica para los diferentes actores que decidan dedicar su inversión y esfuerzo a la optimización de un sector imprescindible para nuestro desarrollo, calidad de vida y bienestar.

 

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