La sanidad vegetal ofrece a la agricultura el apoyo imprescindible para garantizar la protección, productividad y competitividad de sus cultivos.

Más allá de las diferentes dificultades que están afectando a nuestro sector agrícola en los últimos tiempos, como consecuencia de un contexto marcadamente desfavorable en diferentes ámbitos, nuestra agricultura tiene que seguir avanzando, día a día, para mantener su posición de enorme prestigio y reconocimiento a nivel mundial.

Una amplísima variedad de los productos agroalimentarios que se recolectan en nuestro país, gracias a nuestra extraordinaria diversidad agrícola, siguen y seguirán siendo un referente en los mercados internacionales, a pesar de la creciente competencia ejercida por la oferta de otros países productores que, como es lógico, intentan incrementar su cuota de mercado a costa de competir en la mayor igualdad de condiciones posible con aquellos que, como en el caso de nuestra agricultura, ya cuentan con un lugar de privilegio en la mente de los consumidores en cualquier parte del planeta.

Es aquí donde la sanidad vegetal, junto con la innovación agrícola y la agrotecnología, pasa por ser un aliado esencial para contribuir a la mejora continua de nuestro sector agrícola, favoreciendo el desarrollo de una agricultura cada vez más productiva y competitiva en términos de calidad y seguridad alimentaria.

En este sentido, la implantación de sistemas para el desarrollo de una gestión integrada de plagas tanto en nuestro país como en el conjunto de la Unión Europea debe ser considerado como un gran acierto para ofrecer a los agricultores la información y buenas prácticas que necesitan para un mejor mantenimiento y protección de sus cultivos.

No obstante, sí que es necesario que todas aquellas decisiones que se dirijan hacia el establecimiento de medidas para la optimización de nuestra agricultura estén basadas, en todo momento, en criterios estrictamente técnicos y científicos, alejados de cualquier prejuicio o influencia de carácter social o política que no esté debidamente contrastada por estudios e investigaciones que se caractericen por su objetividad y neutralidad.

Solamente así se podrán seguir estableciendo las bases para promover una agricultura cuya única finalidad siga siendo la que ha guiado esta actividad desde su origen hace miles de años, y que no es otra que satisfacer las necesidades nutricionales y de abastecimiento de la población con los mejores y más seguros alimentos a su alcance.

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