A pesar de que es menos conocida que otras familias, entre los principales cultivos de esterculiáceas se encuentran especies como el cacao o la cola.

Si bien cuando se realiza una mención a las diferentes variedades vegetales que suelen estar presentes en nuestro día a día es normal que nuestra mente se dirija, casi de forma instintiva, hacia aquellos productos agrícolas derivados de familias de cultivos como las rutáceas, las oleáceas, las rosáceas, las solanáceas o las apiáceas, por citar algunos ejemplos, no debemos olvidarnos de la extraordinaria influencia de muchas otras sin las que nuestros hábitos no serían los mismos, como ocurre con las esterculiáceas.

Estamos seguros de que esta denominación científica no te habrá servido para hacerte una idea de por qué esta familia de cultivos cuenta con una representatividad tan elevada en nuestro comportamiento nutricional, pero todas estas dudas se resolverán cuando descubras que dentro de la familia de las esterculiáceas se encuentran cultivos como el cacao o la cola.

Como puedes observar, los productos agrícolas procedentes de las esterculiáceas no se caracterizan por la comercialización de su fruto sin una fase de transformación previa, pero esto no impide que sean esenciales para la elaboración de alimentos tan frecuentes en nuestra despensa como el chocolate o algunos de los refrescos que consumes de forma habitual.

Si bien en la última versión del sistema de familias vegetales, conocido como clasificación APG (Angiosperm Phylogeny Group) se consideró su inclusión como una subfamilia de las malváceas, sobre las que profundizaremos en una futura publicación, los cultivos de esterculiáceas presentan unas características diferenciales y necesidades de sanidad vegetal propias, que las hacen merecedoras de ser analizadas de forma individualizada.

En este sentido, las esterculiáceas son especies de árboles y arbustos con un origen marcadamente tropical, lo que implica que su hábitat ideal de desarrollo se caracterice por unas temperaturas medias anuales de entre 20 y 25 °C, si bien se muestran especialmente sensibles, además de al frío, a temperaturas excesivamente elevadas y a la radiación solar de una forma directa, por lo que su cultivo se debe realizar preferentemente en zonas con una abundante sombra.

En cuanto a las características del suelo, son cultivos que requieren de suelos arcillosos, profundos, con un drenaje adecuado y con una alta concentración de materia orgánica, lo que explica que en muchas ocasiones se recomiende su cultivo de forma simultánea con leguminosas.

Del mismo modo, los cultivos de esterculiáceas, y en especial el árbol del cacao, presentan una elevada sensibilidad a la falta de agua, si bien también puede afectarles negativamente la generación de encharcamientos o la presencia de una humedad excesiva, sobre todo por la influencia de estos factores ambientales en la generación de un entorno más proclive para la proliferación de plagas y enfermedades.

A partir de esta reflexión, será preciso establecer un control y seguimiento exhaustivo de estos cultivos para detectar la presencia de aquellas amenazas agrícolas con una mayor propensión a causar daños en sus cosechas, como son las plagas de los cápsidos de cacao, la Clastoptera globosa, el barrenador del tallo o los barrenadores del fruto.

En cuanto a las enfermedades, por desgracia, más habituales en los cultivos de esterculiáceas se encuentran la proliferación de hongos Phytophthora, Ceratocystis fimbriata o Moniliophthora roreri, causantes, respectivamente, de la mazorca negra, el mal del machete o la moniliasis.

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