Las especies de la familia de las miristeáceas, como el árbol de la nuez moscada, requieren de una alta protección ante enfermedades provocadas por hongos.

A lo largo de nuestro repaso a las diferentes familias de cultivos que gozan de una considerable representatividad en nuestra alimentación diaria, hemos otorgado el protagonismo que merecen a aquellas que, si bien no cuentan con especies vegetales proveedoras de alimentos propiamente dichos, sí que juegan un papel esencial como condimentos alimenticios naturales, como ocurre en el caso de las piperáceas, las zingiberáceas, las pedaliáceas o las orquidáceas.

Además de todas ellas, también resulta sumamente interesante en este sentido las propiedades que aporta la familia de las miristeáceas, y en especial el cultivo de la Myristica fragans, conocido popularmente como el árbol de la nuez moscada, y que, a pesar de su nombre, es preciso no confundir con la nuez del nogal, perteneciente a la familia de la juglandáceas.

Esta variedad vegetal cuenta con una particularidad notablemente interesante, como es el hecho de que su fruto ofrece la posibilidad de contar con dos especias o condimentos distintos y con unos matices gustativos bastante diferenciados, como son la nuez moscada, a partir de su semilla, y la macis, obtenido de la cobertura carnosa que la protege, y que se considera muy valorado en culturas gastronómicas como la china o la hindú.

En cuanto a sus características climáticas ideales, las plantas pertenecientes a la familia de las miristeáceas, y en concreto el árbol de la nuez moscada, requieren de entornos marcados por un clima tropical, con una temperatura media suave, una humedad ambiental considerable y una ausencia absoluta de posibles heladas.

De hecho, estas variedades vegetales se comportan bastante bien cuando se encuentran en espacios soleados o con una sombra limitada.

En cuanto a sus requerimientos edafológicos, los cultivos de miristeáceas necesitan de suelos fértiles, ricos en materia orgánica y con un buen drenaje para alcanzar su plenitud y ofrecer los mejores resultados posibles en términos de productividad y calidad de sus productos.

Para finalizar, en lo referente a sus necesidades de sanidad vegetal será preciso prestar una especial atención a aquellas enfermedades endémicas provocadas por la aparición y proliferación de hongos, a causa de la considerable humedad del entorno y de un posible riego excesivo, como son la Podredumbre de la fruta o el Tizón del hilo, así como por la presencia de diversas plagas, entre las que destaca la provocada por las cochinillas del género Coccus.

 

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