Dentro de la familia de las lauráceas se encuentran cultivos tan diversos como el aguacate, el laurel o la canela. Conoce sus principales características.
Como habrás podido comprobar si sueles consultar con cierta frecuencia nuestro blog o nuestros diferentes perfiles en redes sociales, desde hace ya varias semanas estamos dedicando este espacio a profundizar en las características más relevantes de las diferentes familias de cultivos presentes en nuestra agricultura, así como a sus principales necesidades de sanidad vegetal, con el fin de que esta información pueda servirte de guía en el desarrollo de tu trabajo agrícola diario.
Así, una vez que hemos prestado la atención que merecen a familias de cultivos con una extraordinaria presencia en nuestro territorio, como son las gramíneas, las leguminosas, las rutáceas o las oleáceas, entre otras, hoy queremos detenernos en una familia que ofrece unas particularidades más que interesantes, como es el caso de las lauráceas.
Si bien a primera vista estamos seguros de que habrás supuesto que a esta familia de las lauráceas pertenece una planta con una considerable representatividad en nuestra gastronomía, como es el laurel, probablemente te resultará sorprendente que esta planta guarde un parentesco próximo con otros cultivos a priori bastante diferentes, y cuyo aprovechamiento culinario es bien distinto, como son el aguacate o la canela.
En términos generales, se trata de especies vegetales que muestran una considerable adaptabilidad a diferentes condiciones climáticas y edafológicas, si bien en el caso del aguacate son especialmente sensibles al frío y ofrecen un desarrollo mucho más positivo si se encuentran en zonas con precipitaciones moderadas, ya que la sequía prolongada puede afectar drásticamente a su rendimiento.
No obstante, en caso de un nivel de precipitaciones excesivo durante sus últimas fases de desarrollo puede acarrear pérdidas en la producción, debido a la caída prematura de su fruto.
Por este motivo, resulta recomendable proceder a la protección de este cultivo con barreras naturales o artificiales, para evitar que se vea afectado por rachas fuertes de viento u otras inclemencias meteorológicas. Asimismo, será preferible que su suelo de cultivo cuente con un buen drenaje, para evitar la acumulación excesiva de agua y un mayor riesgo de aparición de plagas o enfermedades provocadas por hongos.
En este sentido, será preciso ejercer una supervisión y control frecuente para detectar lo antes posible la presencia de plagas como el trip del aguacate, la araña roja, el gusano arrollador de la hoja, el talador de la semilla o el taladrador del tronco, así como a enfermedades endémicas como la marchitez del aguacate, la mancha negra o antracnosis y el oídio, en la mayoría de los casos provocadas por un exceso de humedad.