La familia de las arecáceas, y concretamente su variedad de cultivo más reconocida, el coco, presenta unas características propias de su origen tropical.

Nuestra considerable variedad de posibilidades actual en términos de diversidad alimentaria responde, como no podría ser de otra manera, al interés de los agricultores por adaptar el cultivo de las diferentes especies vegetales a aquellas condiciones externas en las que cada variedad vegetal ofrece una mejor respuesta a nivel cuantitativo y cualitativo.

Así, no es ningún secreto, como hemos podido comprobar en anteriores publicaciones de este blog, que una gran parte de los productos agrícolas que consumimos hoy en día, o que empleamos para otros usos no alimentarios, tienen su origen en otras zonas geográficas a nivel global, en las que conservan una parte considerable de su producción, como ocurre con las musáceas, las pasifloráceas o las orquidáceas.

Más allá de ellas, habituales en nuestro día a día, hoy queremos concentrar nuestra atención en una familia asociada popularmente, y con razón, a climas tropicales en su máxima expresión, como son las arecáceas y su especie vegetal más representativa, el coco.

Tal y como puedes imaginar, los cultivos de arecáceas requieren de unas condiciones climáticas considerablemente cálidas y con una humedad relativa elevada, en las que además no se experimenten grandes variaciones de temperatura, tanto estacional como entre el día y la noche.

Asimismo, a diferencia de otros cultivos tropicales, las arecáceas encuentran unas condiciones del suelo más favorables para su desarrollo en suelos francos o arenosos, que se caractericen además por ser profundos, aluviales y con una capa freática superficial de al menos un metro de profundidad, presentando una alta adaptación a suelos con una considerable presencia salina, lo que explica que proliferen de una forma muy óptima en suelos próximos a la costa.

Estas condiciones ambientales externas explican también la alta exposición de las arecáceas, y más concretamente de los cocoteros, a numerosas amenazas en términos de sanidad vegetal endémicas en estos entornos, como son las plagas de Mosca blanca del cocotero, el Minador de la hoja, el Barrenador, el Nemátodo de anillo rojo y, sobre todo, el Picudo del cocotero.

Por su parte, también ofrece una alta sensibilidad a la posible aparición de enfermedades como la Mancha de la hoja, la Cadang-Cadang, la Pudrición del cogollo o el Amarillamiento letal del cocotero, por lo que es preciso ejercer un control frecuente y lo más exhaustivo posible para proceder a su prevención y detección temprana, y poder tomas así las medidas más adecuadas en cada caso.

 

Aepla

Author Aepla

More posts by Aepla